El mentor de este hallazgo fue Brendan Gregg, uno de los técnicos de parque de servidores de Fishworks, subsidiaria de Sun, que se percató de que los fuertes gritos dirigidos al rack de servidores de la empresa incidían inmediatamente en el comportamiento del disco duro.
“Se trata de las vibraciones. Y las vibraciones obviamente son algo negativo”, comentó Gregg. Este hecho se pudo comprobar en los gráficos que monitorizan en tiempo real cada uno de los discos duros del parque de servidores. Al estudiar en detalle los gráficos y analizar el momento exacto en que había gritado, Gregg comprobó que el disco en cuestión se había alterado.
En un vídeo publicado en YouTube, Gregg explica que es poco probable que los gritos tengan algún efecto en la capacidad de almacenamiento o que puedan producir un desperfecto real en los discos duros. Pero lo que sí es cierto, es que los desestabilizan.
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